Al Grupo de la Concha,
Reunión de artistas de la letra
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por Cristina de la Concha
Cuando escuché a los amigos decir que abrirían un blog llamado así, realmente no supe si reír o llorar y entiéndase la frase en todos sus sentidos, hasta los que no tiene.
Surgió en una charla de ésas en las que el apellido no puede escapar a las alusiones jocosas –de las que yo misma no puedo sustraerme–, divertimento ineludible con el que los amigos profieren juegos que rayan en el albur sin llegar al soez impertinente. Así que reír o llorar fue el tajo de perplejidad que cayó sobre mí ante algo que por su jocosidad podía provocarme las más sonoras y regocijantes carcajadas, o que, por su significado vulgar, podía remitirme a los más bajos confines del albur, o bien, que, por su intención, podía transmitirme la calidez de la amistad y la calidez de quienes aprecian lo trabajado y lo gastado y desgastado en esta ingrata pero amada labor por la cultura, y esto puede hacerme escurrir lágrimas y lágrimas por los surcos oculares prolongando el nudo al que el tajo movió a mi garganta. No obstante que a algunos suene a “homenaje” –y destaco las comillas por inmerecido e improcedente, en lo que la razón no les falla, por supuesto–, yo me quedo con la calidez de los amigos.
Y, sin saber todavía si reír o llorar, este apellido que el destino me dio al nacer, además de sus connotaciones picarescas, tiene otras que son las que yo invoco en mi trabajo cultural y literario y en la vida diaria que son aquellas que la concha del mar ha inspirado en diferentes culturas: fecundidad, procreación, la concepción, concebir, crear. “Concha” para los aztecas era el símbolo del dios de la luna, Tecaciztécatl que representaba la matriz de la mujer al igual que en otras culturas, por lo que no ha sido gratuito que para argentinos y latinoamericanos de otros países tenga esa acepción en el sentido vulgar, sin embargo, su significado formal y profundo es el de nacimiento de la vegetación y de la vida; la perla que encierra la concha en sus entrañas simboliza el producto, lo creado, vemos a Afrodita, como una perla, nacer de una concha en las aguas de la isla de Chipre, lo que no deja de tener su connotación erótica pero tampoco la de crear y podemos añadirle la del amor en la creación. En la cultura maya, la concha estaba hondamente asociada al mundo subterráneo, al de la muerte, pero de la muerte surge la vida como la de las plantas que germinan en la tierra, una concha junto a un sol representaba al Sol Negro, es decir, al sol en su camino más oscuro: la noche, de la noche sobreviene el día, la noche gesta el nuevo día, procrea; la concha gesta la perla, procrea.
Sea éste, entonces, pues, un espacio cuyo nombre nos ennoblezca con sus simbolismos sagrados y no con ni por los de esta insignificante mortal cuyo único mérito es el de gozar de la magnánima amistad de quienes –sobre–valoran su trabajo, y colmen a estos espíritus escritores y artísticos de las virtudes de concebir y procrear... perlas de arte.